En dos hileras, los animales hac an calle a una mesa llena de lana que varios hombres se ocupaban en atar. Los vellones, asentados sobre el plato de una enorme balanza que una correa de cuero crudo suspend a del maderamen del techo, eran arrojados despu s al fondo del galp n y all estivados en altas pilas semejantes a la falda de una monta a en deshielo. Las ovejas, brutalmente maneadas de las patas, echadas de costado unas junto a otras, las caras...