Estudios cr ticos sobre historia y pol tica es un libro clave para entender la visi n espa ola de los movimientos de independencia americanos. Juan Valera ejerci como diplom tico y, entre sus muchos cargos, fue embajador de Espa a en los Estados Unidos.
En el momento de escribir este libro vive en la etapa final de su vida y conoce a plenitud la pol tica americana. Tras su estancia en Washington y su affaire con la hija del secretario de Estado, sabe todos los entresijo de la pol tica de ese pa s.
Escribe consciente de que hay mucho en juego en las guerras de Independencia que Espa a libraba por entonces. En Cuba y Filipinas se defin a el rol que quer a jugar el naciente imperio americano en el nuevo orden mundial.
Para Valera la aspiraci n cubana a alcanzar su soberan a es casi un asunto dom stico. Cree que en realidad se trata de un enfrentamiento fratricida. He aqu un fragmento alusivo a esta cuesti n:
qu diferencia puede haber ni hubo nunca entre un espa ol de Cuba o un espa ol, verbigracia, de M laga, de Loja o de Logro o? Los que alternan en Espa a en el Poder, con turno m s o menos pac fico, los Narv ez, los C novas y los Sagastas, no pudieron ser cubanos? Qu inferioridad hemos supuesto nunca, ni por ley ni por costumbre, que exista entre un espa ol de por ac y un espa ol de por all ? La igualdad m s perfecta entre todos los espa oles de la Pen nsula y de ultramar ha sido proclamada siempre en leyes, pragm ticas, ordenanzas y decretos. Felipe II la proclam solemnemente con palabras citadas por el mismo se or Clarence King. Si esta unidad legal existi bajo un Poder absoluto, lo mismo era para los peninsulares que para los cubanos, y estos ltimos no pod an pretender entonces ser m s libres que nosotros. Pero no bien hubo en Espa a una Constituci n liberal, en 1812, la Asamblea que form esta Constituci n declar , adoptando la elevada idea de Felipe II, que la naci n espa ola es el conjunto de todos los espa oles de ambos hemisferios. Las libertades de que desde entonces debieron gozar los peninsulares las debieron gozar tambi n los cubanos.